Política social: ¿Hacia un nuevo paradigma?
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Resumen
Las crisis económicas, sociales y políticas del capitalismo neoliberal de fines del siglo pasado e inicios del presente en países como Argentina, Bolivia, Ecuador, Venezuela, y de alguna manera también en Uruguay, y el surgimiento o la reactivación de actores sociales que asumieron un protagonismo que contrasta con su anterior marginación o subalternidad, tuvieron como una de sus consecuencias más notables transformaciones importantes en la matriz de relaciones de poder de las respectivas sociedades y en la organización institucional y la configuración política de los Estados, que permiten discernir el desarrollo de nuevos paradigmas de producción e implementación de políticas públicas en general, y de política social específicamente, de acuerdo a los nuevos objetivos e intereses que, producto de aquellos factores, orientan las modalidades en curso de la articulación Estado/sociedad. Partiendo de la premisa de que la política social siempre está estrechamente asociada a los procesos y estrategias de acumulación de capital y desarrollo económico, este artículo pasa rápida revista a los aspectos centrales de la política social ejecutada en gran parte de América del Sur como parte de la reestructuración capitalista que tuvo lugar en las últimas tres décadas del siglo pasado bajo el signo del neoliberalismo, destacando de manera resumida sus principales alcances y limitaciones. Las crisis y cambios de régimen político que condujeron a los escenarios políticoinstitucionales presentes, genéricamente denominados «posneoliberales», incluyen rediseños importantes en materia de política social. En esta perspectiva, la política social del «posneoliberalismo» se presenta con dos rasgos fundamentales que contribuirían a configurar, con variantes nacionales, un nuevo paradigma. El primero de ellos refiere a sus proyecciones o alcances: una política social que va más allá del combate a la pobreza, en particular más allá del combate a la pobreza extrema. Esto implica prestar atención y orientar recursos a la atención de amplias franjas de sectores medios en condiciones de vulnerabilidad o precariedad, sin por ello desatender el combate a la pobreza. El segundo se relaciona con la complejidad de la política social: su integralidad, vale decir encarar las causas del empobrecimiento y la vulnerabilidad social, y no solamente sus manifestaciones más evidentes. En esta medida la política social aparece como una dimensión, específica pero sustancial, de los procesos de transformación política y socioeconómica de nuestras sociedades, y de sus inscripciones en los escenarios regionales y globales.