Reseñas

¿Qué tan importante es lo que se exporta? Guía práctica para la formulación de políticas industriales

Autores: Daniel Lederman
y William F. Maloney

Editorial: Banco Mundial
y Universidad de los Andes
Ciudad: Bogotá
Año: 2014

Reseñado por: Xavier Rivera Ron

Maestrante del programa Administración Tributaria
del Instituto de Altos Estudios Nacionales, Ecuador

Las exportaciones cumplen un papel preponderante en la economía de un país ya que evidencian la capacidad de producir bienes de calidad o útiles para otros. Las balanzas comerciales suelen ser un medidor tangible de lo que se vende frente a lo que se compra. “El déficit comercial resultante puede producir un futuro problema de equilibrio de la balanza externa peor incluso que los problemas que de otro modo hubiera producido la inflación” (Spiegel, 2007: 15). Con todo este panorama de lucha para mantener una balanza comercial positiva, las exportaciones se convierten en un tema de análisis en la era de la globalización. Por ende, todo lo relacionado con las políticas de industrialización, en las cuales surgen los productos que son exportados, toma especial relevancia en el mundo actual porque nos permite conocer cuál podría ser la política más óptima e ideal de industrialización para un determinado país.

En ¿Qué tan importante es lo que se exporta? Lederman y Maloney muestran con simplicidad lo que realmente es significativo en una exportación, realizando un análisis de las políticas de industrialización y mostrando sin ambigüedades lo que debería ser una política industrial por parte de un Gobierno, manifestando que no es importante el cuánto y cómo se exporta, sino la manera en cómo se producen los bienes. El libro empieza abordando un tema controversial referente a los recursos naturales, denominados como “Bienes malditos”, en el cual se analiza qué tan “malditos” podrían ser, porque para el común de la gente los recursos naturales son algo invaluable que posee un país. A lo largo de la historia los recursos naturales han sido vistos como una fuente de riqueza, dejando de lado la importancia de su conservación. “Si algún colono usaba la mano de obra y los recursos naturales en un cierto modo que prometiera dar más entradas a la Corona, era cosa común que se hicieran a un lado las consideraciones políticas o morales” (Wolf, 1987: 183).

Los autores del libro avanzan con el análisis de otro tema relevante: la importancia tangible de producir bienes con una “sofisticada tecnología” e invirtiendo mucha investigación y desarrollo, indicando que existen empresarios que se “aventuran” a producir bienes innovadores, que si el resultado de esta aventura otorga réditos, inmediatamente induce a que otros busquen imitarlo, tratando de evitar ese costo implícito de la aventura. Lo manifestado por Lederman y Maloney pone en evidencia lo que sucede en el mundo actual, en el cual la tecnología de punta y sofisticación de las patentes producen un bien de “alta y reconocida calidad”, y aquello lo consiguen países ricos, los cuales invierten gran parte de su presupuesto en investigación y desarrollo. “Las patentes y los llamados ‘derechos de propiedad intelectual’ se han convertido así en un importante campo de batalla en el que se defiende los poderes de monopolio” (Harvey, 2014: 142). Con tal antecedente, se puede entender que a los países en desarrollo les cuesta ingresar a esta competencia, ya que sus economías son tan apretadas que incluso no pueden satisfacer las necesidades básicas de su población, mucho menos van a dedicar una parte de su presupuesto al descubrimiento de nuevas tecnologías.

Otro tema abordado en el libro es acerca de los “bienes inteligentes”, en los cuales sale a relucir un tema primordial acerca de la influencia de la educación en un país, lo que permite tener una implícita ventaja en la industria, puesto que su mano de obra es calificada y, por ende, su nivel de conocimiento lo trasladará a la producción de un determinado bien. Manifiestan además que las políticas de gobierno suelen concentrarse en las industrias en las que existe mayor parte de trabajadores calificados, para evitar la fuga de los mismos hacia otros países; mientras que para aquellos trabajadores no calificados, su suerte es pasar desapercibidos y son los que se mueven constantemente de una industria a otra, por el simple hecho de lograr ganar algo más de su bajo salario.

Lederman y Maloney continúan con la exploración del tema de la fuerte heterogeneidad existente en las exportaciones a lo largo de la dimensión de la calidad, y muestran qué tan importante es la calidad en un producto, indicando que existen muchos países que exportan exactamente el mismo bien; sin embargo, su precio es distinto simplemente por haberle dado un valor agregado de calidad. Surge así uno de los argumentos principales planteados en este libro acerca de que lo importante no es el “qué” sino el “cómo” se produce; es decir, la manera de producir ese bien con la mayor calidad es lo que marca la diferencia y eso recae en no escatimar en algunos costos tales como tener trabajadores muy calificados. “Pagando un salario superior al de equilibro, una empresa puede reducir la selección adversa, mejorar la calidad media de sus trabajadores y aumentar así la productividad” (Mankiw, 2006: 267).

Se aborda también la heterogeneidad existente en la producción de bienes, manifestando que el punto de discusión en sí no es el “bien”, sino la forma de cómo se produce el mismo, y determina que en realidad un bien casi nunca cambia; es decir, por ejemplo, el cobre seguirá siendo cobre y el petróleo seguirá siendo petróleo; no obstante, el punto fundamental está en darle un giro y atención específica en la manera de cómo se produce el mismo. El caso ecuatoriano es un ejemplo: su producto “estrella” es el petróleo, el cual lo poseen varios países, mas su precio está marcado por la forma en cómo se produce y se lo extrae. El último tema abordado es la calidad del comercio como diversificación del portafolio, tratando un tema neurálgico del hilo conductor de este libro, referente al direccionamiento que deberían tener las políticas industriales, las cuales tradicionalmente se han enfocado en los commodities.

Los autores terminan con conclusiones interesantes acerca de su libro, indicando que es necesario repensar las políticas de industrialización y reemplazarlas con políticas que promuevan el desarrollo económico, que dinamicen a la industria desde una perspectiva de complemento y no de intervención por parte del Gobierno, sobre todo de los países en desarrollo. “Si los países en desarrollo pueden adoptar políticas (e instituciones) más apropiadas a su etapa de desarrollo y a las condiciones a las que han de hacer frente, podrán crecer más rápidamente” (Chang, 2013: 53). Concluyen en que ya no son eficientes las políticas de manera vertical, sino más bien políticas de tipo horizontal, que toquen en mayor o menor grado a todo el proceso productivo involucrado en cada una de las industrias, y que es necesario repensar lo que se exporta, a la manera de cómo se producen los bienes que van a ser exportados.

¿Qué tan importante es lo que se exporta? abre el debate sobre la formulación de las políticas industriales. Ecuador debe repensar su política diversificando su portafolio de exportación, dejando de lado al sector de la manufactura, dominado ya por los países asiáticos, e insistir en ello sería necio. Según los datos del último censo, los salarios de los trabajadores en el sector manufacturero son de los más bajos. “Este hecho puede ser indicativo de una baja productividad existente en el sector, que ha podido ser la responsable de la falta de competitividad internacional de las manufacturas ecuatorianas” (Varela, 2013: 53). Lo óptimo es más bien incursionar en la producción de bienes derivados de nuestros recursos naturales, reenfocando el financiamiento que recibimos de países como China. “Para el contexto ecuatoriano, las finanzas chinas también están fuertemente enfocadas en industrias como la minería y la energía” (Lee & Reyes Herrera, 2017: 31).

En definitiva, Ecuador debe tratar de ser pragmático, como la política China, la cual se basa en lo que alguna vez dijo el padre de la apertura de China al capitalismo y a los mercados mundiales, Deng Xiaoping: “No importa de qué color es el gato, lo importante es que cace ratones”, deja en evidencia el argumento del libro sobre: no es el qué, sino la manera en cómo se produce y exporta.

Referencias bibliográficas

Chang, H. J. (2013). Patada a la escalera: la verdadera historia del libre comercio. Ensayos de Economía, (42), 27-50.

Harvey, D. (2014). Diecisiete contradicciones y el fin del capitalismo. Quito: Instituto de Altos Estudios Nacionales (IAEN).

Lee, P. C., y Reyes Herrera, M. (Septiembre de 2017). La relación China-Ecuador en el siglo XXI: elementos relevantes para la discusión. Quito: IAEN.

Mankiw, N. G. (2006). Macroeconomía, 6.ª ed. Barcelona: Antoni Bosch, editor.

Spiegel, S. (2007). Políticas macroeconómicas y de crecimiento. Nueva York: Departamento de Asuntos Económicos y Sociales (ONU DAES/ UN DESA).

Varela, M. (2013). Salarios e inflación: una ecuación relativamente estable. Quito: Flacso-Sede Ecuador.

Wolf, E. (1987). Europa y la gente sin historia. Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica.

Estado & comunes, revista de políticas y problemas públicos. N.° 7, vol. 2, julio-diciembre de 2018, pp. 285-288.

© Instituto de Altos Estudios Nacionales (IAEN). Quito-Ecuador.

ISSN impreso: 1390-8081 - ISSN electrónico: 2477-9245

Recibido: 16-abril-2018. Aceptado: 26-abril-2018.