Reseñas

En defensa de la Ilustración. Por la razón, la ciencia, el humanismo y el progreso

Autores: Steven Pinker

Editorial: Ediciones Paidós
Ciudad: Barcelona
Año: 2018

Reseñado por: Santiago Mejía Rivadeneira

Analista Senior en la
Presidencia de la República de Ecuador

Correo electrónico: santiagoquito@hotmail.com

Recibido: 11-junio-2019. Aceptado: 15-junio-2019.

Existen en la actualidad dos tendencias psicológicas y sociales muy marcadas que afectan la manera como la gente enfrenta su cotidianidad y sus problemas. La primera es el llamado “pensamiento positivo”, el cual es un conjunto de prácticas individuales referidas a buscar activamente la felicidad, el optimismo y el éxito. Esta línea de pensamiento ha sido explotada prolijamente en libros de autoayuda, manuales de felicidad exprés, programas de tv con consejos psicológicos, así como por todo tipo de frases y memes para levantar el ánimo y atraer las energías positivas. Cabe resaltar que el pensamiento positivo ha sido poyado abiertamente por la academia mediante la psicología positiva o la ciencia de la felicidad, que analiza las emociones positivas, así como la importancia de las actitudes mentales, como el optimismo, la realización personal y la felicidad. Es tal el auge académico de esta tendencia que “En Harvard, el curso de introducción a la psicología positiva tuvo 855 estudiantes matriculados en 2006; fue con diferencia el más solicitado de toda la universidad, más incluso que los de economía”.1

De otro lado, se encuentra la tendencia mediática de crear un ambiente catastrófico lleno de malas noticias, tragedias y tristezas sin fin. Como lo denomina el psicolingüista Steven Pinker en su libro En defensa de la Ilustración, estas prácticas ansiogénicas de los medios de comunicación aumentan la ansiedad y la sensación pesimista de que todo va de mal a peor. En dicho libro, Pinker se pone en la tarea de desmentir que vivimos en épocas apocalípticas, oscuras y terribles; en consecuencia, busca resaltar que existen muchos motivos para valorar el progreso presente y para aumentar el optimismo y la esperanza sobre un mejor futuro. El argumento central del libro es actualizar y defender la Ilustración y sus ideas asociadas (razón, ciencia, humanismo y progreso), y lo hace a partir de datos y estadísticas. Pero, ¿por qué es necesario defender la Ilustración? Porque estos ideales están siendo atacados y amenazados desde diversos frentes, lo cual pone en peligro el proyecto ilustrado en su conjunto y trae de vuelta la oscuridad materializada en la ignorancia, la superstición, el autoritarismo, la violencia, etc.

Ahora bien, ¿quiénes o qué han estado amenazando el proyecto ilustrado? La lista es larga: la religión, el movimiento romántico del siglo xix, el pensamiento tribalista, los conservadores, el nacionalismo, el marxismo, los movimientos ecológicos románticos, el decadentismo, el populismo autoritario, el posmodernismo e incluso Nietzsche.

Para desarrollar su acérrima defensa, Pinker estructura su libro en tres partes. En la primera, explica los que son nuestros mayores enemigos: la entropía, la evolución (los defectos de la naturaleza humana) y la ignorancia. Pero, gracias a la ciencia, al humanismo, al buen gobierno, la educación, los mercados y otras instituciones modernas hijas de la Ilustración, resistimos a estas amenazas.

En la segunda parte del libro, el autor muestra la forma en la que los ideales de la Ilustración han mejorado la vida de la gente y describe la evolución del bienestar humano; para ello, Pinker apela a la cuantificación, de ahí que ofrezca generosamente tablas y gráficos estadísticos que muestran el aumento de indicadores, tales como la esperanza de vida, la cobertura en salud y educación, el alfabetismo, la riqueza, la democracia, entre otros muchos más. Asimismo, evidencia la manera en la que han disminuido drásticamente la desnutrición, las hambrunas, la pobreza, la guerra, los accidentes, la mortalidad materna, la mortalidad infantil, las ejecuciones, los homicidios, la desigualdad y los accidentes. En suma, la gente vive más sana y más años, es más educada y liberal, se divierte y viaja más, es más feliz e inteligente.

En la tercera parte, Pinker describe como la razón, la ciencia y el humanismo son ideales perennes y que se mantendrán a futuro. En el capítulo de la razón, enfatiza en la descripción de varios sesgos, critica la polarización política y explica cómo hacer más racional el discurso público. En el capítulo de la ciencia, hace una extensa reflexión sobre sus logros y el clima anticientífico que lleva a la ignorancia, para terminar con una explicación sobre la ciencia en los programas de humanidades. Y en el capítulo sobre humanismo, considera sus implicaciones éticas, deontológicas, filosóficas y religiosas. Se destaca en dicho apartado la acusación a Nietzsche de ser uno de los antihumanistas más influyentes y el impacto de ideas tales como el heroísmo romántico.

El libro de Steven Pinker se destaca por dos razones: la primera es que dada la importancia de la argumentación, la comunicación, el diálogo y la cooperación, no solo en entornos académicos, sino sobre todo en el político, Pinker aumenta nuestra comprensión de estos procesos, gracias a su formación como psicólogo cognitivo, lo cual le sirve para describir los mecanismos que obstaculizan el análisis lógico, la argumentación y el racionamiento serio. Aunque va abordando este tema durante todo el libro, recomiendo especialmente el capítulo 21, en el cual explora falacias, sesgos (como el de la tragedia de los comunes), entre otros aspectos del pensamiento crítico y la capacidad argumentativa. Al respecto, cabe resaltar que la manera como pensamos sobre un asunto condiciona la forma en la que actuaremos ante él. Así las cosas, si creemos que todo esta perdido, no moveremos un dedo para actuar por pánico e impotencia, mientras que si asumimos los problemas como solucionables, actuaremos.

Segundo, Pinker es un divulgador científico con una prosa amable y fluida, que contribuye a profundizar en debates interesantes, como la llegada de Trump al poder, lo cual tampoco es causa para el pesimismo, pues el mandatario ha puesto a prueba las instituciones estadounidenses, pero estas lo han contenido. Para Pinker, Trump es una muestra del ambiente liberal que indispone a votantes religiosos, mayores, rurales con poca instrucción y que ven en él una vía de canalizar sus resentimientos antiprogresistas. Otras controversias muy sustanciales se dan en torno a la conceptualización de categorías, como la de progreso o felicidad. Por ejemplo, para él la felicidad es “como el producto de un antiguo sistema de retroalimentación biológica que rastrea nuestro progreso en la búsqueda de señales propicias de idoneidad en un entorno natural” (333).

Después de todo, Pinker parece haber resuelto una de las preguntas clave de la psicología positiva: ¿por qué la gente es tan pesimista y negativa en una etapa de progreso innegable? No solo son los medios los que crean un clima trágico y desesperanzador, sino que, al parecer, la gente carece de herramientas conceptuales para apreciar el progreso (Pinker, 59). Por ello, su elaborado trabajo busca establecer evidencia irrefutable que aumente el optimismo y logre que apreciemos el progreso de los últimos 250 años de aplicación del proyecto ilustrado. Tal vez, ya es hora de aceptar que somos felices y ni siquiera nos hemos dado cuenta, como sugiere Pinker al relatar aquel chiste del popular programa estadounidense Saturday Night Life, en el cual una mujer tiene un orgasmo, pero ella ni siquiera se da cuenta.


1 Ehrenreich, B. (2011). Sonríe o muere. La trampa del pensamiento positivo. Edición en español. Turner Noema. Edición de Kindle.

Estado & comunes, revista de políticas y problemas públicos. N.° 9, vol. 2, julio-diciembre de 2019, pp. 437-439.

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